¿Por qué dar las Gracias o Bendecir los Alimentos? 

 

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Una Mirada Filosófica a: El Poder de lo Invisible…

El poder de lo invisible
Bendecir o agradecer los alimentos que vamos a ingerir, no es solo un ritual antiguo: es una práctica profundamente humana, que nos recuerda quiénes somos, de dónde venimos y cómo queremos relacionarnos con la vida.

En un mundo saturado de ruido, velocidad y desconexión, hacer este gesto –invisible, silencioso y aparentemente insignificante– es una forma de volver a lo esencial.

Es una práctica que transforma lo cotidiano en sagrado, lo automático en consciente, y lo externo en una expresión del Alma.

El Arte de alimentarse con consciencia
El alimento como manifestación del Logos
En la tradición de la Filosofía Trascendental, todo lo creado es una manifestación del Logos, es decir, una emanación de la Inteligencia Divina. Y el alimento no es una excepción.

Cada fruto, semilla, raíz o animal es una expresión visible de una energía invisible que desciende desde los planos más sutiles hacia la materia.
Dar gracias o bendecir la comida es, reconocer esa procedencia divina del alimento.

Es contemplar en una simple manzana la complejidad de un sistema universal que ha dispuesto soles, lluvias, estaciones, insectos, microorganismos y manos humanas para que ese alimento llegue a ti.

Esta toma de consciencia es lo que convierte al acto de comer en una comunión metafísica o espiritual.

La gratitud como llave vibracional
Dar gracias antes de comer armoniza el campo energético personal. Nos dispone a recibir, no solo el alimento, sino la energía que contiene.

Toda forma de vida contiene información y energía, y esa información y energía, se comunica sutilmente con nuestro cuerpo y consciencia.
Agradecer es alinearse con esa información y abrirse a ella.

La gratitud también reestructura la percepción: nos saca del automatismo y nos lleva al presente.

Nos recuerda que todo alimento implica una ofrenda de vida, y que comer implica necesariamente una forma de sacrificio, del cual somos beneficiarios.

Toda alimentación implica una forma de sacrificio.

Ya sea que comamos plantas, semillas, hongos, o animales, estamos tomando la vida de otra forma de existencia para sostener la nuestra.

No se trata de culpa, sino de consciencia.

Agradecer a esas formas de vida es devolver algo al ciclo del dar y recibir. Es ser consciente de la cadena de interdependencia de la cual todos formamos parte.

Reconocerlo no sólo es un acto ético, sino profundamente espiritual.

La digestión consciente y el gusto
El sentido del gusto es básico en la ingestión de alimentos. Y la digestión consciente, es fundamental.

Realmente dar completa atención al sabor de su alimento, es un requisito previo para una digestión apropiada.

Y la única manera de probar su comida conscientemente es, masticarla bien, mantenerla en la boca un rato y darle toda su total atención.

A través de atender cuidadosamente a los gustos de sus alimentos, su cuerpo sabe lo que recibe y así puede preparar la cantidad justa y la mezcla de jugos digestivos apropiada para digerir su comida de manera óptima.

El organismo humano tiene una función de supervivencia que rara vez es reconocida conscientemente por los humanos modernos.

Cuando usted coloca una pequeña cantidad de sustancia en su lengua, mastica un poco y le da toda su atención, por una fracción de segundo usted experimentará lo que sería haber consumido una gran cantidad de esa sustancia.

La función del gusto es muy importante en la supervivencia, por ejemplo: si toma cierta cantidad de licor alcohólico, es decir: inspira por la nariz para percibir el aroma, luego lo degusta y vuelve a percibir el aroma por la nariz… y presta atención en el proceso, por un breve momento se sentirá levemente embriagado.

O bien, si probamos setas o vegetales venenosos, resultará en una alerta de enfermedad o muerte.
Seguramente los humanos primitivos usaron esta facultad del gusto y del olor para decidir si un alimento era comestible, o no.

Hay mucho más en el sentido del gusto que el disfrute de la comida.

Los alquimistas insisten en que una parte de la realización de la Gran Obra, es la selección de los alimentos y la dedicación de su total atención al proceso de comerlos, son vitales.

Dicen que los materiales necesarios para realizar la Gran Obra son baratos e incluso gratuitos, «si está dispuesto a ensuciarse las manos».
¡Esto significa salir al jardín y plantar verduras!

Las verduras frescas bien masticadas, saboreadas con completa atención e ingeridas en su cuerpo con alegría, son esenciales.

Así, para alcanzar estados temporales de felicidad e iluminación, debemos ser conscientes de las energías vitales que contienen los alimentos vivos.

El gusto, como sentido, es una puerta a la inteligencia del cuerpo o inteligencia corporal.

A través del sabor, el cuerpo reconoce la naturaleza de lo que se ingiere y se ajusta para asimilarlo.

Este proceso no es automático; depende de la Conciencia y de nuestra consciencia.

La comida no sólo nutre el cuerpo, sino que, correctamente percibida y agradecida, expande la consciencia.

Cuando prestamos atención plena al sabor de nuestros alimentos, activamos no solo funciones fisiológicas, sino también niveles más sutiles de percepción.

El acto espiritual de dar gracias y de hablar de su gratitud por tener el alimento para alimentarse, tiende a ponerle en el estado correcto para recibir y absorber, tanto los nutrientes físicos, como las energías sutiles presentes en los alimentos vivos.
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Ritual a realizar antes de comer.
Puede realizarse verbalmente o mentalmente. 

Señor de Vida y Luz, te damos las gracias por los alimentos que vamos a recibir.

Que su energía nos de Fuerzas y Sabiduría para poder Servir mejor a todos los seres.

Qué Así Sea

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Comer como ritual de presencia y unión

Bendecir la comida es más que una tradición religiosa o cultural.

Es una práctica de integración espiritual, donde el cuerpo, la conciencia y la vida universal se encuentran.

Es un acto de humildad y reverencia hacia el misterio de la existencia que se nos ofrece en cada bocado.

En un mundo donde la prisa ha banalizado lo sagrado, recuperar este gesto nos pone en contacto con el plano o mundo Espiritual. 

Nos recuerda que la vida es un préstamo continuo de formas que se transforman unas en otras, y que el simple acto de comer —cuando es consciente— puede ser una puerta a lo eterno.

Lo ideal es seguir comiendo en la actitud consciente, que la gratitud puede invocar.

Al masticar verduras frescas y otros alimentos vivos, las paredes celulares se rompen y las enzimas ricas en energía y otras sustancias químicas comienzan a descomponerse liberando una gran cantidad de energía.

¡No trague su comida!

Masticar ese alimento vivo en su boca irradia su cabeza y cuello con la energía liberada.

Tomando tiempo para masticar su alimento vivo, carga sus células y el cerebro con energía vital.

Además, el masticar bien su comida hace que sea mucho más fácil de digerir.

Masticar el alimento y digerirlo conscientemente, es el proceso natural de alimentarse.

Esto se vincula con el simbolismo popular de la serpiente mordiéndose su propia cola.

El poder de lo invisible se retroalimenta a sí mismo.

Mire a su alrededor el proceso de la vida.

Los organismos vivos se alimentan unos de otros.

Así es como funciona la vida.

Practique conscientemente la gratitud, no sólo hacia lo «superior», sino también hacia las formas inferiores de vida con las que nos alimentamos.

Si eres vegetariano u omnívoro, igualmente agradece a las formas de vida que se sacrifican y renuncian a su vida para que Tú vivas.

Esta es la esencia de «dar gracias», y es una poderosa práctica espiritual que literalmente aumentará el volumen de su fuerza vital.

La vida es un ciclo, un proceso auto sostenible. Incluso en física el paralelo es claro.

El universo contiene una cantidad total y constante de masa y energía.

La famosa ecuación de Einstein, E = mc², revela que la masa y la energía son formas diferentes de la misma materia.

En esta ecuación, C es la velocidad de la luz. Esa inmensa velocidad al cuadrado es un número enorme.

Así que una pequeña cantidad de masa equivale a una gran cantidad de energía.

Nuestro Sol y todas las estrellas generan su energía masiva trasformando la masa en energía y fusionando núcleos de hidrógeno en núcleos de helio en un permanente horno termonuclear.

En cierto sentido el Sol se alimenta de la masa que contiene transformándola en varias formas de energía luminosa.

Para el científico todo lo que es, es una forma de luz.

La única diferencia entre este concepto científico y el concepto de las enseñanzas de los Filósofos, es que la Filosofía nos enseña que toda la materia y energía del universo está viva y más o menos consciente.

Para el estudiante de Filosofía, la Luz es la Vida.

«Permanece atento: lo esencial no se ve, se reconoce con el Alma.»

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Inspiro- Espiro
Con Profundo Amor
Rabsal
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