El dogma, la sumisión y la esclavitud.
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Reflexión.
En un mundo en el parece que hay más Libertad, más información, más conocimiento, el ruido más predominante es, más caos, más fanatismo, más estímulos externos, eso, es la dualidad del mundo fenoménico.
En un mundo en donde lo que debería primar es el ocio y más tiempo libre, es increíble, como en general se tiene menos tiempo libre, ya que se emplea demasiado tiempo en el sustento .
Es como si el mundo fuera cuesta abajo y sin frenos.
Evidentemente estamos en un punto en el que podemos aprovechar para profundizar en nuestro interior y apartarnos de ese ruido mediático tan estridente y tan cansino que cada día intenta atraernos hacia ese laberinto de consumismo y apego al mundo material.
Para eso tenemos que perseverar en lo que decimos siempre, escuchar, reflexionar y meditar.
Cuando escuchamos cualquier enseñanza ya sea filosófica, o de cualquier otra cosa y solo nos quedamos en la superficie y no profundizamos , puede pasar que con el paso del tiempo nos volvamos dogmáticos, y eso por muy buenas que sean las palabras, o las buenas intenciones, eso se convierte en dogma.
¿Cuándo nos damos cuenta de que hemos perdido el tiempo?
Pues cuando estamos a solas con nosotras mismas, en vez de tener paz, tranquilidad y sosiego… estamos proyectando ideas, pensamientos sin control con un parloteo interno que nos deja sin energía.
¡Cuando creemos que lo nuestro es lo mejor, lo auténtico, estamos creando una falsa realidad!
Nuestro camino es el que es, las enseñanzas son las auténticas vías, pero nadie puede hacer el camino por nosotras.
Los libros están de ayuda, aun así, la experiencia de cualquier persona por muy sabia o experimentada que este, eso es la experiencia de esa persona, nosotras tenemos nuestro propio camino.
Nos puede ayudar intelectualmente, nada más, ya que un libro, una enseñanza llega donde llega, es verbal, intelectual y el desarrollo de esa enseñanza es exclusivamente personal y la experiencia que surge de ahí es intransferible.
Nosotras hacemos nuestro propio camino, solo el nuestro, es más, cada una tiene su tiempo y nadie puede, ni debe decidir por nosotras.
La sumisión, es cuando No nos cuestionamos nada y se dice que si a todo lo que nos digan y pensar que lo que diga el otro u otra está bien.
Esto no nos hace nada bien, perdemos el criterio, perdemos nuestra personalidad, nuestra autenticidad y da igual si estamos en el primer escalón, en el segundo o en el décimo, (lo de los escalones es metafórico) y eso no es avanzar, es sumisión.
Y de esa sumisión se puede llegar a esclavitud, sea donde sea, en la enseñanza, en un partido político, en el trabajo, en una asociación, porque si dejamos de cuestionar, de analizar, estamos dando el poder a otros, al exterior y el poder está en nosotras, en nuestro interior.
Nunca olvidemos que el poder es nuestro, da igual que ese poder sea pequeño, mediano o grande, eso no es importante, lo importante es que es nuestro, y lo maravilloso es que con tesón, con insistencia, con ganas, lo desarrollaremos cada día y nos conoceremos más a nosotras mismas.
Recordemos siempre que el desenvolvimiento espiritual, es una carrera de fondo, sin prisas, sin pausa, a nuestro ritmo, poco a poco y aunque en algún momento nos parece que nos hemos estancado o incluso que retrocedemos, no es así, todo queda grabado en nuestro interior y aflora en el momento preciso.
En ese momento divino que es, el Instante Presente.
Lo importante es que esos cimientos sean seguros, para que cuando tengamos sobresaltos en la vida, poder parar y tomar aliento para poder seguir.
Seguir, lo más coherente posible, que estemos cada día un poco más en consonancia con el pensar, el decir y el hacer.
¡La Libertad es una bendición, conservemos la!!!
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Dechen.
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